Ocurrió en Pataz, en el noroeste del país y a 900 kilómetros de Lima, días después de denunciarse su secuestro en ese lugarLas víctimas trabajaban en una compañía que prestaba servicios a Poderosa, una importante minera que cotiza en la Bolsa de Valores de Lima, que en los últimos meses ha sido blanco de grupos armados relacionados con la minería ilegal.