Rocío Márquez (Huelva, 1985) es un verso suelto en el flamenco -aunque no el único, cada vez hay más-. Tiene formación académica (estudió en el Conservatorio) y universitaria (en 2017 se doctoró con una tesis titulada ‘La técnica vocal en el flamenco: fisionomía y tipologías’). Por si fuera poco, es rubia y tiene los ojos azules, nada que ver con la imagen tópica de la cantaora. Pero el habla la delata; un suave acento andaluz, servido siempre bajo la luz de una sonrisa natural y una embridada pasión por la música. La variadísima nómina de los artistas con los que ha colaborado -de Jorge Drexler a Cristina Rosenvinge , pasando por Fahmi Alqhai , Refree o Bronquio – prueban su inquietud artística. Ahora presenta ‘ Himno vertical ‘, un disco en el que ha trabajado con el guitarrista y compositor Pedro Rojas Ogáyar . «El título -explica- es un guiño a ‘Poesía vertical’, un poemario de Roberto Juarroz. El disco nace de improvisaciones que hacíamos Pedro y yo; nos salían piezas de treinta y tantos minutos, y fuimos condensándolas con la única premisa de que no se nos fuera más de cuatro o cinco minutos. Nos quedamos con las cápsulas que más nos emocionaban».«En esa improvisación -sigue- fuimos descubriendo nuevos lugares nuestros y sentimos como algo superior, que cada uno lo llame como quiera, nos iba guiando y abriendo el camino; nos parecía hermoso honrar la propia génesis del proceso creativo. Y eso es ‘Himno vertical’; vertical por lo espiritual, por lo místico, por esa conexión más profunda con uno mismo y con eso que nos une a todos».¿Y qué le aporta este tipo de trabajo, que no había hecho hasta ahora?Frescura. Mucha frescura. Conectar con lugares distintos, me ha dado mucha libertad y mucho autoconocimiento también. Me ha permitido olvidarme un poco del efecto escaparate que tenemos los artistas para activar la búsqueda y el ansia de aprender.¿Busca cómplices más que oyentes?Quizá este trabajo exige una escucha un poquitín más activa, pero yo confío en que cada una de las personas a las que le pueda llegar este trabajo pueda digerirlo desde la capa que elija, porque tiene muchas capas. No hay que olvidar que cuando el disco se publica deja de ser tuyo y toca soltarlo… Y aceptarlo.Si un artista no está feliz, es difícil que pueda hacer felices a los demás. ¿Usted está feliz?Sí. Está siendo un momento precioso. Para mí tiene sentido el proceso en sí tal y como está; claro que existe el deseo de compartirlo, pero el simple proceso, sin que se haya completado el círculo y sin que haya llegado al público, ya es algo que me nutre, me aporta y coloca en un lugar que me hace bien.Y ha llegado cuando tenía que llegar, cuando ha encontrado la necesidad personal y artística…Totalmente. No todas las búsquedas llegan a buen puerto y no todos los proyectos se materializan. Tú lo puedes buscar, pero que venga, eso es otra cosa. Hay que respetar los tiempos.Usted es una artista que ‘picotea’ como pocos… ¿Es una necesidad trabajar con músicos de estilos muy distintos?Me nutre mucho, sí. Aprendo muchísimo. Y me mantiene encendida esa llamita de la ilusión, de las ganas, de sorprenderme a mí misma. Porque si yo misma no me sorprendo, difícilmente sorprenderé a nadie. Si yo no me ilusiono, no provocaré ilusión. Si no tengo nada dentro, ¿cómo lo voy a dar? Tengo muy claro que no es la única vía, hay tantas maneras de relacionarse con el arte como artistas haya. Pero parece que la mía está cogiendo esta forma. Tengo una actitud inquieta, cuando algo me llama necesito meterme en profundidad en ello, igual que no puedo hacer nada si algo no me llama por mucho que me lo encarguen.No conoce el miedo en lo artístico.No soy miedosa, la verdad. Pero si hago un ejercicio de memoria, sí recuerdo haber pasado mucho miedo. Yo empecé con un enfoque muy ortodoxo y no fue fácil ir abriendo un poco la visión; fueron mis años más difíciles a nivel artístico. El punto de inflexión fue el disco ‘El niño’, que publiqué en 2014. Me daba mucho miedo defraudar a gente que sentía que me había apoyado, y quizás ese ha sido el momento de mayor vértigo. Pero las experiencias hay que atravesarlas, y cuando lo viví me di cuenta de que nada es tan grave…¿Usted se sigue considerando flamenca o le da igual cómo le califiquen?En eso también siento que ha habido un cambio dentro de mí. Yo siento que mi centro está ahí, en el flamenco, pero cuando se refieren a mí llamándome cantante, y no cantaora, ya no me duele; antes me podía doler algo. Ahora mismo me parece estupendo porque no siento que una cosa sea mejor que otra. En el momento en que cambia la percepción que una tiene de sí misma, lo que dicen de ti te importa menos. Que haya personas que me consideren A, B, C o D entiendo que es la cara B de tener una profesión que tiene una exposición pública. Y está bien: si quiero la libertad para mí, también para los demás.Las fronteras entre estilos cada vez están más diluidas.Claro que vivimos en un mundo globalizado, todos los artistas escuchamos permanentemente muchos géneros y a muchos artistas. Son otras formas de aprendizaje y naturalmente nos está marcando. Y más allá de que nos parezca mejor o peor, no le podemos dar la espalda a la realidad que tenemos. Soy cada vez más consciente de que hay formas, maneras, que se pierden. Y al igual que el aprendizaje se desarrolla, también los lugares que tenemos para desarrollar el arte empiezan a ser otros.Noticia Relacionada reportaje Si Federico García Lorca, flamenco en Nueva York Julio Bravo Granada y el poeta son los protagonistas del Flamenco Festival, que lleva casi un cuarto de siglo presentando un arte de raíces muy profundas pero en constante desarrolloPero el ADN, por mucho que se viaje y se cambie, se mantiene. Y usted tiene raíz flamenca.Y los recuerdos emocionales también, es muy bonito eso. Y todo puede convivir perfectamente. Mi generación ha vivido en un mundo sin internet, y ahora vivimos con él. Eso nos ha cambiado totalmente.Y ahora llega la inteligencia artificial.Imagínese. El arte va a ir de la mano de la evolución de la propia sociedad. No tenemos un margen tan grande para cambiar en lo artístico… Bueno, quizás sí. Quizás haya grietas, y yo confío en esas grietas, que a mí, personalmente, me motivan.RSS de noticias de cultura/musica Read More