Hace pocos días que ha empezado el verdadero calor y el mundo se mueve despacio. Pasan tres minutos de las nueve de la noche y la entrada de pista del viejo Wizink sigue bloqueada. Al otro lado de la cola, y tras diez minutos de cortesía, espera un Leiva que acaba de editar su mejor disco en solitario. «Gigante» es muy rockero y pegadizo, algo difícil de conseguir, y sus letras suenan como el primer aviso de un suicida, de quien no se sabe cuándo, pero se sabe. Desde que murió Pereza, Leiva se ha empeñado en trascender y cada disco que publica parece mejor que el anterior. En esa cruzada ha sacrificado el alma, diciendo demasiadas veces «sí», tomando muchas veces la «penúltima» y enamorándose de la única que no le quiso de vuelta: es imposible explicar por qué, pero se nota. Hoy, sin brillo en los ojos y con chispas en la pluma, arranca su primer concierto en el Movistar Arena con «Bajo Presión», primera muestra de lo delicado que se está volviendo. Hay muchos matices, tanto en el disco como en el directo, y todo es un ejercicio de dinámicas que hace años era impensable. Noticia Relacionada estandar No Linkin Park anuncia un gran concierto en Rivas Vaciamadrid el 23 de junio de 2026 Nacho Serrano El grupo estadounidense pone las entradas a la venta el próximo 6 de junio, mientras la región se prepara para un verano lleno de música en directoSigue «Cuarenta mil», que es la versión patria del hijo que tuvieron el funk y el disco a finales de los 70. En «Gigante», que da título a la herida, saca una armónica y la canción gira alrededor de un gran «riff» de guitarra (¿Zeppelin?), mostrando muchos registros diferentes en 10 minutos de concierto.Resulta extraño que el público no salte; hay un tipo aquí delante que parece dormirse y mi alrededor nadie canta. ¿Es esta la reacción de la masa ante el éxito creativo? Leiva acaba de editar un disco que suena como sonaría la Pena. ¿Está el creador condenado a ir siempre tres pasos por delante de crítica y público? Entonces, de vuelta de todo y menos ingenuo que el cronista, Leiva abandona el nuevo disco y empieza otro concierto, el de los «hits», ese que va implícito en la entrada. En el primer bloque popular suenan «Lobos», pop cañero, «Terriblemente cruel», más predecible e igual de efectiva, «Superpoderes», la pastelosa, y «Sincericidio», una de sus mejores composiciones. A pesar de su corta edad, Leiva ya domina múltiples registros y, junto a una banda de ocho (vientos, percusión, batería, guitarra, bajo y teclados), presenta un directo que se asemeja más a un viaje por el árbol genealógico del rock n’roll que a un espectáculo de masas. Tras otra de las nuevas, «Cortar por la línea de puntos» y un par de hits, llega el gran momento de la noche. Con guitarra acústica, el madrileño frena el tiempo y pide un apagón general de móviles; se escucha el silencio. Nuestro Quijote de extrarradio, heredero de aquellos cantautores que levantaban faldas y protagonizaban reyertas, procede a trascender con «Vis-a-vis», otra canción en la que entrega su corazón en pos de algo superior e intangible. Al terminar, roto el silencio, suena «La Llamada». Algunas caderas son elegantes, otras torpes, las hay sensuales y otras están herniadas como la mía. Cada una es diferente pero todas se mueven al vaivén de un corazón roto. Observando desde la butaca pienso,»¿es esto trascender?». Antes de los bises suenan «Como lo tienes tú» y «Estrella Polar», éxitos de los Pereza. A Leiva le crecen los coristas en el Wiz… Movistar y se despide oficialmente, en un clima difícil de explicar en palabras, con «Lady Madrid». Vuelve para los bises y se va, esta vez sí, con «Como si fueras a morir mañana» y «Princesas», que ya trascendieron hace tiempo. Al salir, y como si el sacrificio hubiese funcionado, caen unas gotas de lluvia sobre la ciudad abochornada. Después el cielo se abre, y el camino, una vez más, se extiende bajo los pies.RSS de noticias de cultura/musica Read More 

By