Toda la vida arrugando la nariz ante las bandas tributo, esquivando el trile descarado que suele acompañar a según qué miradas nostálgicas al pasado, y aquí estamos todos, iluminados por el neón incandescente de Big Star y casi llenando una sala Apolo rendida al esplendor de una banda nacida para perder y triunfar, o algo así, mucho después de muerta. Porque, claro, The Music Of Big Star puede que sea una ilustre banda tributo, pero es también una oportunidad única para devolver a la vida un repertorio glorioso y hacer justicia a una banda vapuleada por el gafe y la mala suerte. Un grupo cuyo culto bordea desde hace años la religión subterránea. «¡Mira, hasta me he puesto la camiseta!», suelta de pronto el escritor Miqui Otero mientras, Clark Kent style, se abre la camisa para que asome la estrella de «#1 Record». No es el único, claro. «May the good Lord shine a light on you», que cantaban los mucho más suertudos Stones justo cuando Big Star empezaban a trastear con las guitarras., En el escenario, la misma estrella marca el camino y arropa a Jon Auer (The Posies), Chris Stamey (The dB’s), MIke Mills (R.E.M) y Pat Sansone (Wilco) en su mano a mano con el trienio mágico del power pop. Sentido, sensibilidad y emoción a flor de piel mientras Jody Stephens, el único superviviente de la formación original, contempla desde la batería cómo los fantasmas de Alex Chilton, Chris Bell y Andy Hummel deambulan por el escenario y se unen a la fiesta. Porque si de algo va la noche es precisamente de celebrar. De soplar velas por Houston Party en su 25 aniversario, festejar uno de los repertorios más sólidos de los años setenta, y apuntalar la influencia capital de una banda esencial. A diferencia de la solemne puesta en escena de ‘Third/Sister Lovers’, desolado tercer disco de la banda que dio pie hace unos años a una serie de conciertos de inquietante encanto, The Music Of Big Star echa raíces en el pop prístino y efervescente para revisar casi al completo los dos primeros discos de la banda. Guitarras en llamas, voces celestiales y estribillos rebozados en Loctite. Y también, cómo no, baladas rompecorazones, melodías con fractura y lagrimales aflojados cuando se acuerdan del Chris Bell solista en ‘I am The Cosmos’ y en la asombrosa ‘You And Your Sister’. De la risa al llanto en tiempo casi récord. Noticia Relacionada estandar Si Santiago Auserón: «Es un honor para los rockeros convertirnos en un arte marginal» Fernando Muñoz El artista presenta ‘Semilla del son’, un documental donde da rienda suelta a su faceta de antropólogo musical y filósofoSe arrancó Pat Sansone a solas con la guitarra con el suave arrullo de ‘I’m In Love With A Girl’ y a partir de ahí todo fue fiesta, festín: el calambrazo de ‘In The Street’ y ‘Feel’; la tristeza oceánica de ‘Try Again’ y ‘Give Me Another Chance’; el arrebato pop de ‘The Ballad of El Goodo’; el rock despendolado de ‘Back Of A Car’; la sencillez desarmante de ‘Thirteen’… Vale que los endiablados agudos de las canciones originales no se lo pusieron nada fácil a los vocalistas, especialmente a Mills y Stamey, y que en algún momento les pudo el atropello y el desajuste (‘Watch The Sunrise’, perla acústica y primera canción que escribieron juntos Chilton y Bell, salió como salió), pero lo cierto es que la muerte no les sienta nada mal a estos Big Star renacidos. Canciones gloriosas y cadáveres bien parecidos lastrados por un intermedio de quince minutos que partió la noche en dos y con un segundo acto que empezó regular y acabó deslumbrando con las soberbias ‘Jesus Christ’, ‘Thank You Friends’ y ‘Blue Moon’, pináculos de belleza turbia y quebradiza. Sólo faltaba hacer cima con ‘September Gurls’, molde de lo que sería el power pop de los ochenta y los noventa, e hincar definitivamente la rodilla ante la mejor banda con peor suerte del planeta. Unos clásicos felizmente recuperados a los que sólo se podía despedir mirando hacia arriba, hacia el cielo, como canta Chris Bell en ‘Look Up’.RSS de noticias de cultura/musica Read More